Formado como carpintero, Beck se especializó enseguida en la fabricación de juguetes, hasta que un día se le ocurrió crear una figurita de plástico de siete centímetros y medio, capaz de mover brazos y piernas y de adaptarse a cualquier contexto. Pilotos, indios, granjeros, piratas… Los Playmobil podían con todo.
Y así, poco a poco, el juguete se fue haciendo más popular, surgieron los complementos y los Playmobil fueron ganándose un sitio en las casas de millones de niños de 70 países. Hasta el punto de que algunos de los que jugaban con ellos de pequeños, hoy siguen siendo grandes fanáticos de estas figuras y las coleccionan.
Sin duda, el pasado viernes murió una figura histórica del mundo de la juguetería, que consiguió mantener el éxito de sus figuras, sin más alteración que la movilidad de las manos y la introducción de figuras femeninas, niños y bebés. En los 35 años de vida de los clicks, Beck se negó a incluir innovaciones técnicas en sus productor. Tampoco vinculó sus juguetes a ninguna película o novela infantil. “Nada de horror, nada de violencia en primer plano, nada de modas pasajeras”. Sólo una sencilla figura de plástico, capaz de trasladar a millones de niños a otros
mundos.
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